Lejos de prohibir la experimentación con los chimpancés, como ya han hecho países como Reino Unido y Nueva Zelanda, Estados Unidos sólo ha puesto unos parches a una ley (Chimp Act) aprobada en el año 2000 por la Administración Clinton. Esa normativa prohibió la eutanasia de estos animales y supuso la creación de un sistema nacional de santuarios para que los chimpancés que ya no eran útiles para la investigación acabaran su vida dignamente. Sin embargo, en aquel momento las presiones de la industria farmacéutica y de los laboratorios de investigación llevaron a incluir una enmienda en la que se permitía que en algunos casos estos chimpancés retirados pudieran volver a utilizarse para investigar, siempre que el santuario donde estuviesen fuera público o recibiera una subvención estatal. Aunque también los hay privados, como el fundado en 1995 en Oregón por Lesley Day, lo cierto es que el hecho de que cualquiera que recibiera algún tipo de subvención estuviera sujeto a estos límites ha hecho que en estos años hayan sido muchos los animales que han vuelto a pasar sus días y sus noches en los laboratorios. División en los ecologistas Lo que la Administración Bush ha aprobado ahora es la prohibición de que estos chimpancés retirados en los santuarios vuelvan a formar parte de ninguna investigación. En la Unión Europea sólo Reino Unido y Austria cuentan con leyes que prohíben experimentar con grandes simios (chimpancés, gorilas, orangutanes y bonobos). En Nueva Zelanda, la ley va más allá y tampoco permite que estos animales puedan estar en zoológicos.

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